1.3. Ciencia básica y aplicada

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Durante bastante tiempo, y todavía hoy en día, se ha debatido sobre el valor de los diferentes tipos de ciencia, la cual en función de sus objetivos se divide en dos categorías:

      Ciencia básica o ciencia pura: encargada de la búsqueda de conocimiento, independientemente de sus posibles aplicaciones a corto plazo. Su objetivo inmediato es el conocimiento por el conocimiento sin importar que posea o no, en última instancia, utilidades prácticas.

      Ciencia aplicada o tecnología: cuyo objetivo, por el contrario, es hacer posible la resolución de problemas de la vida cotidiana, los cuales, por regla general, son definidos por el investigador.

Hay quienes definen las ciencias aplicadas como “útiles” y las básicas, por el contrario, como “inútiles” a las que hay que prestar menos atención y en su lugar centrarse, casi de manera exclusiva, en la resolución de los problemas existentes. Sin embargo, si echamos un vistazo a la historia de la ciencia nos encontraremos que el conocimiento básico ha permitido, posteriormente, el desarrollo de aplicaciones muy destacables de gran valor.

Así, por ejemplo, los descubrimientos llevados a cabo en el famoso CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) que en un principio pueden parecer puramente teóricos, al contrario de lo que mucha gente piensa, tienen aplicaciones tan cotidianas y fundamentales como Internet, ya que el primer sitio web fue concebido para los laboratorios de este centro. Continuando en el mundo de la informática, el CERN ha permitido el desarrollo del GRID, un sistema de computación distribuida que posibilita la distribución y acceso de centros de investigación en todo el mundo a los 15 millones de GB de datos que genera al año.

En el ámbito de la medicina, las aplicaciones prácticas que ha supuesto el desarrollo de aceleradores de partículas como el LHC (Gran Colisionador de Hadrones) del CERN ha facilitado el surgimiento de técnicas para el tratamiento de ciertas enfermedades como el cáncer; es el caso de la hadronterapia, cuya acción mediante el bombardeo de protones sobre el tumor favorece que esta terapia sea más precisa reduciendo los efectos secundarios. También se ha logrado el progreso en técnicas de diagnóstico por imagen no invasivas, como el PET (Tomografía por Emisión de Positrones), que permite medir la actividad metabólica del cuerpo humano.

También el campo medioambiental se beneficia de los avances del CERN puesto que los complejos sistemas electrónicos empleados en los aceleradores para la detección de partículas pueden aplicarse a otros entornos sometidos a radiación como las centrales nucleares.
El acelerador anterior al LHC, el LEP, se construyó empleando plásticos carentes de agentes halógenos o sulfurosos, los cuales, en caso de incendio, no generaban gases de alta toxicidad. Estos plásticos han sido adoptados, en la actualidad, de manera extendida por el sector industrial.

Como puedes comprobar las cantidades invertidas en este tipo de proyectos no son despilfarros en los que se derrocha el dinero por puro capricho, a pesar de lo que algunos en su desconocimiento quieren hacer creer, sino que permiten el avance hacia un futuro mejor en muchos y diversos aspectos de nuestra vida cotidiana.
En conclusión, si bien es cierto que algunos problemas requieren de atención inmediata, muchas soluciones no podrían ser halladas sin un amplio conocimiento teórico generado por la ciencia básica.

Fuentes: OpenStax College, Biology. OpenStax College. 30 May 2013.
               http://elgrancolisionadordehadroneshoy.blogspot.com.es/2014/06/aplicaciones-practicas-posibles-riesgos.html
               http://cern123.galeon.com/Beneficios.html


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